La Razón

2022-08-12 10:28:03 By : Mr. Ryan Xiao

Creado en el neolítico y convertido en uno de los utensilios más utilizados de la historia, el dedal cuenta con un legado maravilloso. Seguro que mucho han visto a sus progenitoras coser en casa, desde jerséis a bufandas, con un utensilio que protegía el dedo de los accidentes.

Aunque sea considerada una pieza de escaso valor hoy en día y que podemos encontrar en muchas casas todavía como viejos recuerdos, el dedal guarda miles de años de historia. Algunas excavaciones en Rusia han localizado utensilios similares a los conocidos y con fechas de hace unos 10.000 años.

En algunas zonas de China y África otras investigaciones también han encontrado objetos similares conocidos como “empujadores de agujas”. Estos estaban creados a partir de piezas de piedra o de hueso y según los investigadores, servían ya para coser hace miles de años.

Egipto también ha sido creador de estas piezas. En algunas tumbas del antiguo imperio también se han descubierto unos objetos muy parecidos a los que conocemos hoy en día y que tendrían su principal función en proteger los dedos.

Estas, eran piezas de cuero, muy parecidas a un anillo ancho y rugoso, que una vez introducido el dedo protegía de los pinchazos. En Egipto, su uso se ha fechado entre el 1.200 y el 1.000 a.C, lo que los dota de gran historia a sus espaldas.

Otra fecha destacada en la historia de este utensilio es el I a.C. El escritor y militar romano Marco Terencio Varrón ya hizo referencia en sus escritos a un objeto llamado digitale, procedente de dígitos (dedo). Aun así, muchos investigadores han argumentado que este no servía como el que conocemos hoy día y se usaban para pinchar aceitunas con un gancho en los banquetes.

Aunque estos objetos tengan una larga historia a sus espaldas, no sería hasta el siglo VIII cuando su aparición se documenta en la península ibérica. Se han encontrado muchos y muy distintos entre si en las distintas excavaciones realizadas y su uso era sencillo, como el actual.

Este, se ponía en el dedo corazón de la mano derecha y permitía ejercer presión sin pincharse empujando la aguja. Aunque esta fuese su función principal, existían con distintos grosores, formas y calibres, lo que a los investigadores les permite saber para que tipo de aguja se hacían servir.

En Europa también hay constancia de la aparición de este utensilio hacia mediados del siglo XII. Incluso, según el medio National Geographic “entre los objetos que componían la dote de Hildegarda de Bingen, abadesa benedictina, científica, escritora, iluminadora de manuscritos, mística y compositora” se encontró un dedal.

Cabe destacar que es la primera persona de quien se ha llegado a conservar música escrita, descubriendo el objeto cuando ingresó en el monasterio. Además, durante la Edad Media se hicieron famosos los dedales árabes españoles, de bronce y en forma cilíndrica. Incluso, para el coleccionismo, el dedal ocupa un lugar importante sobre todo a partir de los siglos XVI y XVII.

Gracias a la gran industria de hierro y bronce, en 1380, la ciudad alemana Núremberg se convirtió en la capital mundial de este objeto. Creados inicialmente con estos materiales, tardaron más de 200 años en transformarse, gracias al zinc, en elementos más resistentes.

Incluso, en 1537 se llegaron a redactar los primeros “estatutos y reglamentos de Núremberg” para los maestros de dedal lo que dotaría a la ciudad de este elemento tan singular.

La historia de este objeto tan común en todos los hogares hasta bien entrado el siglo XX tiene también un apartado de lujo. Durante el siglo XVIII, este se convirtió en uno de los regalos más cotizados.

La costura era símbolo inequívoco de una dama y estas, ganaban prestigio con estos objetos que podían ser de oro, plata o, incluso, de porcelana. Además, en ocasiones, la punta se convertía en sello para firmar las cartas y distinguirse.

La última gran revolución del utensilio llegó de la mano del joyero Charles Horner. Este, añadió un núcleo de acero en los dedales de plata, convirtiendo a estos en impresentables. Llamados “dorcas” no dejaron su uso tradicional a un lado pero mantuvieron una línea multiusos.

Algunos de los más curiosos era su gran capacidad de almacenaje. Por ejemplo, algunos dedales eran capaces de almacenar pequeños frascos de perfume o esconder un metro para medir, algo indispensable para un buen sastre.